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La batalla de siempre entre vegetarianos y carnívoros

Una polémica que viene marchando. Están en juego la moral, la salud, el derecho de los animales y otros valores. Intelectuales y filósofos en la historia

La batalla de siempre entre vegetarianos y carnívoros

Vegetarianos vs carnívoros, dos posturas que dividen aguas y suman adeptos a cada lado / web

Marcelo
Marcelo

14 de Enero de 2024 | 02:38
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“No como ningún alimento que tenga madre”, fue la reciente definición de una mujer que profesa el veganismo. Es decir, no se alimenta con ningún tipo de carne de animal, sea que camine, repte, vuele o nade. Sólo frutas y verduras. En la mesa se desató de inmediato una polémica. La controversia no es sólo gastronómica, los derechos del animal, la moral humana, muchos valores entran en juego.

La discusión bordeó temas que parecían contemporáneos, muy de la hora. ¿Es lo mismo ser vegano que vegetariano?, preguntó alguien. No, parece ser que no. Vegetariano es el que no consume ningún tipo de carne –vaca, cerdo, oveja, pescado o ave- y que lo hace por una cuestión de salud y, además, para no cometer la crueldad de matar animales.

El vegano, en cambio, es algo más: no sólo no come carnes sino que no ingiere nada que provenga de los animales, sea leche, miel, manteca, huevos o quesos. Es una vuelta más de tuerca. Nada que venga de una madre.

El vegano considera que el hombre no tiene derecho a quitar la vida de ningún animal o insecto. Su dieta es moral, es más puritana. Ningún ser vivo puede matar a otro para alimentarse, tal como piensa el vegetariano, pero va un paso ético más allá. Tampoco se pueden ingerir subproductos.

La polémica en la mesa pareció librarse entre distintos tipos humanos: de un lado una mayoría de carnívoros (u omnívoros) pasados de moda, y del otro, unas pocas personas que no dejan de verse revestidas de alguna majestad intelectual, de cierta superioridad, de progresismo y mayor ajuste a lo moderno.

El elogio a la salubridad de las fibras sonó más convincente que el rudimentario apoyo a una buena tira de asado y a otros jugosos cortes hechos en la parrilla.

Sin embargo, había un error en esa apreciación. Ocurre que allí, en esa mesa, nadie era antiguo ni moderno. Porque el vegetarianismo y el veganismo nacieron en el fondo de la historia humana. Es más, ni siquiera se sabe si el hombre primitivo que se ocultaba en las cavernas comía sólo carnes o sólo vegetales.

PITáGORAS

Al filósofo y matemático griego Pitágoras (570-490 antes de Cristo) se lo considera como a uno de los padres del vegetarianismo. El sabio proponía consumir una dieta basada sólo en verduras y frutas. El boom vegetariano suena como reciente, pero no es así.

Y se asegura que tres siglos antes, en la India, el reformador Parsuá (872 a.C.-772 a.C) fundó también el vegetarianismo como concepto y como práctica, una visión que se irradió hacia el sur de Italia y de Grecia, relacionada con una idea central: la de no ejercer violencia hacia los animales, divulgada por filósofos y pastores de diversas religiones.

Si bien el significado médico que se le dio a la “dieta mediterránea” pertenece al siglo XX, no son pocos los expertos que señalan que su origen se remonta justamente a esa suerte de edad de oro del vegetarianismo en el sur de Italia y en Grecia, en donde se consumió principalmente productos frescos, como las frutas, hortalizas, verduras, frutos secos y legumbres.

Se dice que después, durante los años del imperio Romano y con el cristianismo ya asentado, los vegetarianos desaparecieron virtualmente. Comer ciervos, jabalíes y ovejas se convirtió primero en festín de emperadores y luego en el menú de las posadas más populares. Con el riego de un vino, la humanidad se volvió carnívora a más no poder.

Sólo quedaron algunos monjes ascéticos que proponían seguir con frutas y verduras, aunque se anticipa que fueron fuertes consumidores de pescados. Que es carne de animal. Pero en el Renacimiento hubo un resurgir de los vegetales hasta que en mitad del siglo XIX nace la primera sociedad vegetariana en Inglaterra y a principios del XX la Unión Vegetariana Internacional.

De todos modos, el boom del vegetarianismo ocurre hace pocas décadas, pese a lo cual el porcentaje de vegetarianos sigue siendo minoritario –se habla de entre 0,5 y 4 por ciento, aunque algunos seguidores “frutihortícolas” aseguran que están rozando el 12 por ciento. Parece exagerado.

ESCRITORES, ARTISTAS Y OTROS

Leonardo Da Vinci `profesó un vegetarianismo acérrimo, al punto de que calificaba a los carnívoros como “cementerios”. Cada vez que el hombre come carne, decía, se convierte en un “almacén de muertos”.

Julio Verne era carnívoro y pasó a vegetariano. Voltaire y Rousseau también lo fueron. Cervantes aseguraba que “la alimentación de los hombres superiores era la de las frutas y raíces crudas”. Defensores del alimento vegetal fueron también Mahatma Gandhi, Albert Einstein, Bernard Shaw y León Tolstoy.

Hubo grandes poetas vegetarianos. Uno de ellos, acaso el más famoso, Pablo Neruda. Como no reflejar los primeros versos de su “Oda a la alcachofa” (o sea, al que en la Argentina se llama alcaucil ): “ La alcachofa de tierno corazón se vistió de guerrero, erecta,/ construyó una pequeña cúpula,/ se mantuvo impermeable bajo sus escamas,/ a su lado los vegetales locos se encresparon,/ se hicieron zarcillos, espadañas, bulbos conmovedores,/ en el subsuelo durmió la zanahoria de bigotes rojos,/ la viña resecó los sarmientos por donde sube el vino,/ la col se dedicó a probarse faldas,/ el orégano a perfumar el mundo y la dulce alcachofa allí en el huerto,/ vestida de guerrero, bruñida como una granada, orgullosa...”

El armazón bélico del alcaucil, dice Neruda, atemoriza al resto de las verduras.

Y ya cerca del final de su vida, escribió esta “Oda a la cebolla” –entre sus muchos otros poemas dedicados a frutas y verduras- acaso en recuerdo de su amigo español muerto treinta años antes, en 1943; “Cebolla, luminosa redoma/ pétalo a pétalo se formó tu hermosura/ escamas de cristal te acrecentaron/ y en el secreto de la tierra oscura/ se redondeó tu vientre de rocío”.

Y claro, su amigo español muerto fue Miguel Hernández, autor de las emotivas “Nanas de la Cebolla”, dedicadas a su hijo recién nacido, pero también a su mujer Josefina Manresa, a la que no pudo proteger porque está encarcelado.

La cebolla fue la única riqueza de aquella familia empobrecida: “La cebolla es escarcha/ cerrada y pobre/ Escarcha de tus días/ y de mis noches/ Hambre y cebolla/ Hielo negro y escarcha/ grande y redonda./ En la cuna del hambre/ mi niño estaba/ Con sangre de cebolla/ se amamantaba/ Pero tu sangre/ escarchada de azúcar/ cebolla y hambre/ Una mujer morena/ resuelta en luna/ se derramaba hilo a hilo/ sobre la cuna/. Ríete niño/ que te traigo la luna/ cuando es preciso/ Tu risa me hace libre/ me pone alas/ soledades me quita/ cárcel me arranca/ Boca que vuela/ Corazón que en tus labios/ relampaguea/ En tu risa la espada/ más victoriosa/ vencedor de las flores/ y las alondras...”

Desde la cárcel, ya pronto a su muerte juvenil, el poeta le legó al pequeño hijo un alimento bueno para la salud, que protege contra el cáncer y las enfermedades cardíacas, que alivia los resfríos, que refuerza el sistema inmunológico. Por eso lo participa de la victoria de la cebolla, lo hace vencedor de las flores y las alondras.

¿Todo esto significa que los vegetarianos ganarán la batalla y que la humanidad dejará de comer los distintos tipos de carnes?. Las estadísticas hasta ahora dicen lo contrario y que todavía son muchos millones más los que prefieren un bife a una alcachofa.

El filósofo Pitágoras proponía consumir una dieta basada sólo en verduras y frutas

Julio Verne era carnívoro y pasó a vegetariano. Voltaire y Rousseau también lo fueron

 

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