Estudiantes dio otro paso en falso en su visita a Tigre y cayó 2-1 contra Tigre. El Pincha volvió a jugar un flojo encuentro, donde repitió errores en el fondo que le costaron caro y mucho, y evidenció, una vez más, una sensación que lo acompaña desde hace tiempo en el ámbito doméstico. Pese a los nombres propios, tanto afuera como adentro de la cancha, este Estudiantes parece un equipo gastado. Gastado desde lo físico, tal cual lo evidenció Ricardo Zielinski el miércoles tras la caída ante Belgrano por Copa Argentina en Santa Fe, y cansado también, e incluso más preocupante, desde lo mental. Ayer en el estadio José Dellagiovanna dejó nuevamente esa sensación.
Muy estático y lento para los pocos y tardíos avances. Sin sorpresa tanto en las bandas como por el centro. Sin un líder que se haga cargo del juego en el medio. Y sin la posibilidad de contar con las subidas de Leonardo Godoy, una garantía en el sector derecho, resguardado por una pubalgia, ni Agustín Rogel, otro de los que suele empujar mucho desde el fondo, aquejado por una lesión.
El Pincha fue y cumplió con el trámite. No mucho más que eso. Tigre lo golpeó de arranque, con un gol tempranero de Víctor Cabrera que fue bien anulado por el VAR debido a un fuera de juego difícil de percibir para el ojo humano, pero que luego revalidó a través de Mateo Retegui, un interrogante sin respuestas para la última línea del León.
Precisamente el ex Estudiantes aprovechó un quedo de la defensa visitante, se anticipó con facilidad a Luciano Lollo y punteó la pelota enviada por Sebastián Prieto para cambiarle el palo a un Mariano Andújar que nada pudo hacer. En apenas 17 minutos, los dirigidos por Diego Martínez habían logrado batir en dos oportunidades a los de Emmanuel Depaoli, quien se hizo cargo del equipo ayer por el positivo de covid Ricardo Zielinski.
Tras ese segundo puñetazo, el único válido hasta ese momento, el Pincha esbozó una tenue reacción, con más orgullo y vergüenza deportiva que fútbol y decisión. Sin un buen primer tiempo de los encargados de generación en el medio, fueron las pocas conexiones entre Franco Zapiola y Emmanuel Mas los caminos que encontró la visita para acercarse al arco defendido por Manuel Roffo.
Desde allí llegó una contra para un primer remate de Leandro Díaz, quien luego intentó con un muy potente tiro libre, pero en el rebote Eros Mancuso no pudo darle destino de gol a una pelota, la única, que mereció tenerlo en la etapa inicial. Para colmo de males, el inicio del complemento, fatídico en todo el segundo semestre del León, comenzó, como es habitual, con una siesta colectiva que le costó otra vez un gol en su valla.
En solo dos minutos, Lucas Blondel recibió en el sector derecho luego de que Ezequiel Fernández limpiara juego, y mandó un pase largo a Facundo Colidio, quien picó a las espaldas de Jorge Rodríguez, y de una defensa sorprendentemente abierta. Y pese a la primera sensación de mano, el delantero local bajó la pelota de manera lícita, con un gran gesto técnico, y ante una salida con poca decisión de Andújar se aprovechó de un posterior rebote para poner el 2-0 que le bajó la persiana al encuentro.
Con mucho por mejorar, a los 14m. Depaoli rompió un partido muy adverso para los suyos y mandó a la cancha a Benjamín Rollheiser, Pablo Piatti y Ángel González, (quien volvió a ponerse la camiseta de Estudiantes luego de su préstamo a Lanús) por Leonardo Heredia, Eros Mancuso y Franco Zapiola. Y esas modificaciones, con esquema incluido, rindieron frutos a un once que cambió la imagen, con intérpretes más veloces, movedizos y punzantes.
Corcho se paró como líbero, Morel como stopper por derecha y Lollo por izquierda, con Mas y Castro en la línea media. Zuqui siguió en el centro de la cancha, pero ahora con la posibilidad de asociarse tanto con el mendocino como con Piatti y también con el ex River; y el tucumano Díaz bien definido como faro bien adelantado. Así, el León encontró mayor movilidad en el sector ofensivo y le quitó referencias a un Tigre que se mostró muy cómodo durante la estadía del tándem Heredia/Díaz en cancha. Y a los 23m., tras escalar en varias oportunidades, el Pincha tuvo su premio.
Ángel González se disfrazó de Manuel Castro y el propio uruguayo lo hizo de Leonardo Godoy. Taco y devolución entre ambos y gran centro del mendocino para que Piatti, ingresando desde atrás, conectara un muy buen cabezazo que no solo infló la red del golero Roffo sino que rompió con la monotonía de un encuentro que se moría sin mayores emociones.
Con la mínima diferencia en lo numérico, Estudiantes fue, obligado por el resultado y sobre todo por una situación muy incómoda en el ámbito local, en el cual no gana desde aquel lejano 2-1 a Sarmiento en el Jorge Luis Hirschi por la tercera fecha del torneo. Pero lo cierto es que nunca estuvo cerca de un empate para el cual hizo poco.
El momento del equipo preocupa, sobre todo pensando en que no hay atisbo de reacción. Y el ínfimo que hay, y no abunda, suelen ser a través de individuales y no de acciones colectivas. A veces es un protagonista y otras veces es otro. Nunca del equipo.
Estudiantes perdió contra un Tigre que había ganado un solo partido en el torneo, en la primera fecha, en su visita a Unión en Santa Fe. El Pincha sumó un punto de los últimos 15, se aleja cada vez más de que supo ser tiempo atrás y comienza a poner en juego su clasificación a la próxima Copa Libertadores de América. Queda mucho, es cierto. Pero no es menos cierto que el equipo algo debe cambiar. Volver a ser es el objetivo.
Nota publicada originalmente en: https://www.eldia.com/nota/2022-7-18-4-45-38-en-picada-deportes
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