Un partido de locos que pasó por todos los estadíos. Que lo tuvo a Estudiantes de rodillas casi que dando vergüenza, que luego lo mostró con grandeza con los cambios y que lo dejó con mucha bronca por la forma en la cual dejó escapar su partido de anoche contra Botafogo. Perdió 3-2 en el final y tendrá que esperar dos semanas más para clasificar a octavos. A juzgar por lo visto en la mitad del partido el final dejó una calentura tremenda pero mucha dignidad. Tiene equipo para ser uno de los mejores 16 equipos del continente pero deberá reforzarse si quiere pelear en serio.
El primer tiempo de Estudiantes no fue bueno para nada. Ya en la previa, con el equipo que había plantado en cancha Eduardo Domínguez se podía esperar algo parecido a lo que se vio: un equipo sin ritmo ni velocidad para jugar rápido de contragolpe contra un rival que fue mucho al ataque y manejó la pelota los 47 minutos.
Muy solo Lucas Alario y lejos de cada jugada. Siempre quedó mal parado y lo mismo José Sosa, sin un lugar definido en la cancha. Apenas la buena distribución de la pelota de Gabriel Neves y cuando alguno de los laterales se animó a pasar al ataque. Pero hubo una jugada que define lo que fue el Pincha en esos 45 minutos: ganó Meza la espalda de su marcador y al pisar el área no encontró a nadie para tirarle el centro y optó por rematar al arco, sin ángulo.
Ese primer capítulo fue un sufrimiento para los de Eduardo Domínguez. Se caía de maduro el gol del local. Era cuestión de que algún defensor cometiera un error o que acertaran los veloces del Fogao de mitad de cancha para adelante. Eso ocurrió en el minuto 42 cuando Rwuan Cruz apareció por el segundo palo para empujar al fondo del arco un tiro de Cuiabano, que le había ganado la espalda a Meza en un centro cruzado y pese a rematar al arco le salió un pase de gol. Justificada la apertura del marcador en Brasil.
Antes Botafogo había tenido muchas chances. La más clara un cabezazo de Jesús frente el arco y con Mansilla vencido. En el arranque otro cabezazo de Artur y el luego goleador se lo había perdido de cabeza en un centro en el cual el arquero albirrojo salió muy mal.
El DT local le tapó los laterales a Estudiantes con jugadores veloces por las bandas que impidieron que Meza y Arzamendia comenzaran las contras. Y con un equipo partido en el medio y sin juega interno, no tuvo más remedio que aguantar y rezar llegar al entretiempo para cambiar esquema y nombres. No pudo ser y lo mejor fue que terminó apenas 1-0 ese primer tiempo, porque el local tuvo infinidad de oportunidades.
Domínguez se dio cuenta antes de los 10 minutos que su plan había fallado. Habló mucho con su ayudante Leandro Díaz y con sus jugadores. Apeló a algo que no le funcionó para nada. Era una posibilidad concreta al ver los jugadores que había elegido. Pero él es quien está todos los días y sabe qué le pueden rendir. Quiso que Alario haga el mismo juego de Carrillo, pero eso hoy, al menos, parece imposible. La sorpresa fue que no cambió nada para el segundo tiempo: a los 56 segundos Mansilla salvó el 2-0.
¿Y qué pasó? El segundo gol a los 6 minutos luego de un tiro de esquina, una mala salida de Mansilla para que Igor Jesús anotara el gol que previamente le había negado el travesaño. Un premio y castigo por partes iguales y la pregunta en cada rincón: por qué no modificó el entrenador en el mediotiempo.
Recién después del segundo gol salieron Sosa, Alario y -sorprendentemente- Neves. El equipo en un minuto mejoró. Al menos con empuje y jugando en campo rival generó un penal, el segundo en esta Copa que Tiago Palacios cambió por gol para poner en partido a un equipo que la estaba pasando muy mal. Quedaba media hora y Luciano Giménez, Facundo Farías y Ezequiel Piovi le habían dado un refresco en el medio y adelante, sobre todo los dos primeros.
Entonces se vio a otro Estudiantes. Con errores y defectos pero que fue al frente. Con vergüenza. Peleó el partido con un juego más directo y combativo que toques. Además de generar alguna situación como para empatar, desnudó a un rival que no era tan bueno y al que si lo atacaban no sabía cómo defenderse. Sus hinchas también se dieron cuenta y los murmullos se escucharon tanto como antes los aplausos.
A los 30 minutos, ese desconcierto de Botafogo se convirtió en un blooper que casi aprovecha Palacios. Es más, desperdició un pase atrás que lo dejó frente al arquero, recostado a la derecha, pero casi mano a mano. Definió a las manos de John.
Pero dos minutos después tuvo revancha y mientras que la defensa local no reaccionaba metió un derechazo al palo del arquero que no llegó. El boxeador que estaba groggy de repente emparejaba la pelea con dos trompazos y otra actitud.
Y fue por más, con cambios ofensivos. No habrá querido meterse muy atrás y de hecho no lo hizo. Pero en una contra Botafogo volvió a ganar por derecha con Artur que aprovechó el mal gesto de Mansilla para anotar el 3-2 de la galera que lo pone en carrera en la clasificación. Y al Pincha con mucha bronca por la forma y los tiempos. Pero sigue dependiendo de sí mismo para clasificar aunque ya no para ser puntero.
Nota publicada originalmente en: https://www.eldia.com/nota/2025-5-15-2-47-41-cuando-mejor-estaba-se-quedo-sin-nada-deportes
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